La pandemia mundial del Coronavirus ha trastocado el mundo tal y como lo conocemos. Se ha convertido en el tema de conversación principal del último año y medio, ha cambiado la forma en la que interaccionamos con los demás, y ha puesto de relieve la importancia de la responsabilidad individual por el bien común. Y más allá de las consecuencias físicas de aquellas personas que han padecido la enfermedad, ésta también está afectando a la salud mental de la población.
Precisamente, el pasado domingo 10 de octubre se celebró el Día Mundial de Salud Mental y con ese motivo, la consultora de RRHH HAYS realizó una encuesta a más de 18.500 profesionales a nivel internacional con el objetivo de conocer qué aspectos de su entorno impactan negativamente en su salud psicológica, siendo el Covid-19 el principal causante de la pérdida de bienestar del 52% de los trabajadores.
Según el informe, el 22% de los encuestados indicó que su salud mental mejoró debido a las medidas de confinamiento, mientras que el 25% considera que ésta no ha cambiado en absoluto. En España, el 64% de los profesionales asegura que ha sufrido en el último año algún periodo de ansiedad, fatiga, cansancio o agotamiento a causa de su situación laboral.
Los trabajadores achacan estos problemas a la carga excesiva de trabajo no asumible (25%), ya que para el 46% de ellos el volumen de trabajo se ha visto incrementado desde la llegada de la pandemia, mientras que el 21% piensa que tiene menos tareas y el 31% indica que ese volumen se ha mantenido estable. Otros factores causantes de la merma de bienestar mental son el estrés (22%) y la mala relación con compañeros o superiores (17%).
En este sentido, el Director de People & Culture de HAYS España, Fernando Calvo, explica que: “las empresas tienen un deber permanente de proporcionar atención a sus empleados y es importante que las organizaciones sigan apoyando a su personal”. Y añade: “¿Cómo pueden ayudar las compañías a los empleados? Es importante que escuchen y que traten de entender a los trabajadores estableciendo patrones comunes para tratar de mejorar y ser más flexibles sobre todo en entornos muy grandes, donde la singularidad del individuo hay que aterrizarla a estructuras de país, oficina y departamento”
Además, “existe la oportunidad de que las organizaciones normalicen la conversación entorno a la salud mental para reducir cualquier estigma que pueda estar asociado a ella” y plantea que “Las empresas también deben asegurarse de animar a sus directivos a mantener conversaciones abiertas y francas sobre la salud mental y el bienestar, promoviendo la disponibilidad de apoyo en caso de necesidad e impartiendo formación sobre salud mental siempre que sea posible”
Finalmente, Fernando Calvo indica un punto clave que toda organización debería tener en cuenta para fomentar la fidelización del talento: pensar a largo plazo en los asuntos relacionados con la salud mental de sus trabajadores. “Un break en la carrera profesional, un tiempo para buscarse a uno mismo o resolver situaciones personales son soluciones muy valoradas por parte de los profesionales y que pueden ayudar a alargar la vida del empleado en la compañía” explica.
Aunque el estrés, la ansiedad y la incertidumbre laboral afectan a la vida de los trabajadores a nivel mundial, los problemas de salud mental no impactan de la misma manera de forma individual.
Así lo demuestran Oracle junto con Workplace Intelligence, que realizaron una encuesta a más de 12.300 personas en 11 países distintos y cuyos resultados pueden leerse en el Estudio del 2020 de AI@Work: Volumen 2.
Según los datos extraídos, el Covid-19 ha afectado negativamente al bienestar psicológico de los empleados en todos los niveles de la estructura organizacional, pero son los ejecutivos quienes han tenido más dificultades para adaptarse a la nueva situación.
Mientras que el 45% de los empleados dijeron que su salud mental se había resentido durante la pandemia, este porcentaje aumenta cuando se les pregunta a los ejecutivos de nivel C (53%) y a los líderes de los departamentos de RRHH (52%).
El motivo de esta diferencia en los números podría residir en la adopción del teletrabajo como medida preventiva para evitar el contagio de la enfermedad en el lugar de trabajo. Y es que liderar equipos dispersos, especialmente si no se está acostumbrado a trabajar en remoto, requiere de un conjunto de habilidades y capacidades distintas del liderazgo en persona, lo que ocasionaría angustia en los equipos directivos.
Así, la transición hacia la digitalización de los procesos no resultó sencilla para el 85% de los ejecutivos ni el 87% de los líderes de RRHH. De ellos, el 36% aseguró haber tenido dificultades para aprender a utilizar las herramientas tecnológicas necesarias para trabajar eficazmente desde casa, cifras que contrastan con las de los demás empleados: tan solo el 28% de los contribuyentes individuales tuvo problemas de adaptación.
No obstante, una vez superada la curva de aprendizaje, los equipos directivos encontraron más beneficios en el teletrabajo que sus contrapartes entre el resto de profesionales. De este modo, el 44% de ejecutivos y el 46% de los líderes de Recursos Humanos informaron que la pandemia los hizo más productivos que antes.
De la misma manera que la pandemia no ha afectado a todos los niveles organizativos por igual, tampoco lo ha hecho por edades: la investigación llevada a cabo por Oracle, descubrió que la crisis sanitaria impactó con más fuerza en la salud mental de los empleados más jóvenes y menos a la de los seniors.
El 89% de los trabajadores de la Generación Z reportó altas tasas de estrés mental, seguidos muy de cerca por los Millennials con un 83%. Sin embargo, solo el 62% de los Baby Boomers indicaron que la pandemia tuvo un efecto negativo sobre su salud psíquica.
Uno de los factores que ha podido influir en estos resultados es el exceso de trabajo y las horas de más realizadas fuera del horario laboral: el 66% de los empleados Centennials y el 59% de los Millennials aseguraron trabajar más horas por semana que antes de la pandemia; mientras que el 48% de los trabajadores de la Generación X y solo el 31% de los Baby Boomers reportaron estar en la misma situación.
Teniendo en cuenta la situación actual, las compañías deberían empezar a darle más importancia al bienestar psicológico de sus trabajadores e implicarse en la creación de programas y medidas de prevención.
De hecho, y siguiendo con el mismo estudio, el 76% de los trabajadores a nivel mundial dijo que sus empresas deberían hacer más por apoyar su salud mental.
Esto se antoja harto complicado si tenemos en cuenta que cada persona es un mundo y no todos necesitan las mismas metodologías ni los mismos tipos de ayuda. Por este motivo, las organizaciones deben ser más permisivas.
El mismo informe nos da una posible solución a este asunto: “así como los programas de bienestar físico varían para diferentes tipos de cuerpo, niveles de actividad, salud general y más, los programas de salud mental requieren la misma flexibilidad”.
Si queremos incluir programas de salud mental en las organizaciones, primero debemos evaluar las necesidades de los empleados, así como las prioridades y recursos antes de establecer una estrategia a largo plazo.
Por último, el informe concluye destacando la importancia de la normalización en la solicitud de ayuda psicológica en todos los niveles jerárquicos y que las organizaciones deben garantizar esta ayuda de forma fácilmente accesible, palabras que concuerdan con las anteriormente citadas de Fernando Calvo.
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